No te voy a decir en este artículo cómo enviar una propuesta a una editorial. Eso te lo cuenta mucho mejor que yo Mónica Gutiérrez Artero en el curso de la plataforma de MOLPE, pasito a pasito. No. Lo que quiero contarte hoy es algo diferente y es esa sensación de vacío que me atenaza ahora el estómago. Que puede que te importe mucho menos. Te perdono si abandonas el artículo en el enlace anterior.
Me he pasado alrededor de dos años viviendo en Anisóptera, el mundo helado en el que tiene lugar mi última novela de fantasía juvenil. No es que me haya pasado dos años escribiendo, no. La Sociedad de la Libélula, que es el título de la novela, empezó solo como un título del que se fue devanando la madeja de lo que sería la historia posterior. De ese título salió una idea y luego, un worldbuilding en el que desarrollar una trama.
Llegó un momento a lo largo del primer año en que decidí que esa novela iba a ir a editorial.
Puede que te eches a reír con esto. Decidí. Yo. «Como si eso se pudiera decidir», puede que pienses. A lo largo de estos años, mi concepto de las editoriales ha cambiado mucho. Al principio, cuando eres escritor novel, las editoriales son Dios. Y pagarías por publicar con una de ellas y ver tu obra en las mesas de las librerías. Luego, a medida que vas introduciéndote en este mundillo, te das cuenta de que detrás de las editoriales hay personas, con sus fortalezas y sus fallos. Y que son negocios. Es todo un shock. Pero la verdad es que lo prefiero así.
Una vez oí al gran César Mallorquí decir que para él escribir no tenía nada de arte, que era un trabajo como cualquier otro. Cuando entiendes eso, que escribir es un trabajo —aunque tenga una parte muy creativa—, es cuando tu relación con las editoriales se equilibra. Y empiezas a pensar: «Este libro se beneficiaría de publicarse con editorial, este no». También es el momento en el que en tu cabeza algo hace «clic» y empiezas a ser escritor profesional, a gestionar tu carrera literaria como un todo.
Propuestas editoriales
Por eso, desde que empezó el año he elaborado dos propuestas editoriales. Dos propuestas diferentes para dos géneros distintos y dos editoriales distintas. De dos novelas distintas. Y, con cada una, he sentido esa sensación de vacío en el estómago. Porque después de tanto tiempo documentándome, escribiendo y revisando, ha llegado el momento de dejarlas volar solas. Y cuando, después de revisar hasta la saciedad las palabras de tu carta al editor, le das a «enviar» te invade el vértigo de saber que ya está hecho. Que no hay vuelta atrás y que ahora solo queda esperar.
Se compara muchísimo el escribir una novela con tener un hijo. Y no puedo estar más de acuerdo. Porque, aunque los defienda a capa y espada frente a la galería, una madre es siempre consciente de los defectos y de las fortalezas de sus hijos. Y cuando al fin los deja volar solos, solo espera haberlos preparado lo mejor posible para la vida diaria. De la misma manera que una va aprendiendo a ser madre —nadie te prepara para eso—, también vas aprendiendo a ser escritor.
Pero me temo que esa sensación de angustia en la boca del estómago cuando tu hijo cierra la puerta para irse solo nunca desaparece. O solo lo hace cuando lo ves entrar por la puerta de nuevo. Aunque ya no sea solo tuyo.
Mucha suerte en esta etapa, Ana.
Me apunto lo de Cesar Mallorquí, me ha encantado.
En mi caso y por el momento no contemplo el tema de pasar por editorial, al menos en España.
Ya nos irás contando.
Un abrazo fuerte
Vir
Bueno, yo tampoco lo contemplaba el año pasado. Y no te creas que las tengo todas conmigo, pero quien no arriesga…
Te entiendo perfectamente, Ana. Hace unos días, he comenzado ese mismo proceso. Aunque la novela que envié la aprecio mucho, mi hijo favorito aún no sale a la luz.
Te deseo la mejor de las suertes y cuando tengas noticias positivas las compartas con nosotros, para poder leer tu obra.
Un abrazo.
Igualmente suerte para ti 😀
Ana, pues te deseo todo lo mejor para ti y tus nuevas obras. Entiendo esa sensación que comentas, porque la he vivido y sufrido. Aunque cada caso es distinto, claro. Pero la desazón es parecida. Estoy convencido de que te irá bien, de una manera u otra. Tienes recursos de sobra. Lo que comenta César es interesante por ser una idea práctica. Aunque yo difiero en parte, es mejor pensar así, por la salud de tus publicaciones. Los matices ya que se los gestione emocionalmente cada uno ^___^
Sí, pero a veces me repatea la gente que no lee por ejemplo libros sobre estructura o guion porque «escribir es un arte». Tampoco el ilustrador nace aprendido y es arte. Tienes que conocer las herramientas de tu oficio.
Mil gracias por el apoyo ;D
Mucha suerte, Ana, y no te preocupes por tú novela. El primer paso siempre es el más difícil, pero después de que lo das y vienen las recompensas, te das cuenta de que todo valió la pena.
Sí se puede, y seguro te irá bien en está nueva etapa.
Eso espero jajajjaa. Muchas gracias.
“La niña de mis ojos”, es como me refiero al describir mi reciente manuscrito. Y has manifestado un sentimiento mutuo. Es muy cierto el punto de vista que usted expone. Creo estimada Ana, que la labor creativa como escritor está repleta de mimos, cuidados, dedicación, paciencia y mucho de autocomplacencia. Mis saludos cordiales.
Y mucha perseverancia. Un abrazo.
Efectivamente es un trabajo, pero pocos hay que te generen una emoción tan intensa y personal como la que describes. ¡Suerte con el proyecto!
Gracias. Mil besos.
Tal y como está el mercado español y su situación en los próximos años (tan incierta), creo que la búsqueda de editorial, la creación del proyecto a presentar y demás es una posibilidad, pero no debe excluir otras. Como ya os comentado, el escritor híbrido es la clave en estos tiempos. Enhorabuena por el post, Ana.
Eso es. Ahora tocaba editorial, pero ten por seguro que no dejaré de autopublicar.
Ana, me encanta lo que haces y, como dice Enrique Carlos, tienes los suficientes recursos y conocimientos para que tu obra sea de calidad literaria suficiente como para que la acepte cualquier editorial. Yo comencé, sin saber, solo por que me apetecía escribir, cuando me jubilaron hace ahora 22 años, y tuve que ir aprendiendo sobre la marcha a base de estudiar recursos lingüísticos, repasar mi gramática y ortografía, leer a los clásicos, pero no tuve suerte con las editoriales y auto publiqué. Y ahí están, unas con más suerte que otras, pero tampoco he sabido darles el empuje necesario en redes, aunque voy aprendiendo. Tú, eso lo tienes “chupao”. Mucha suerte.
Ya me gustaría a mí tenerlo “chupao”. Siempre es como la primera vez ;D. Mil gracias.
Hola, Ana:
Esa sensación de vértigo es lo mejor que te puede pasar, porque significa que estás preparada, que vas a “soltar” la novela y vas a dejar que siga su curso. Cualquier cosa menos aferrarse a ella, sacarla cada día de su ataúd y darle un “toquecito” más: quitas un adverbio y añades un adjetivo, te replanteas un personaje o el orden de dos capítulos y quisieras haberle dado otro título. En no ficción (que es mi trabajo) ese “enamoramiento malsano” estropea el libro casi siempre, así que nada de miedo y a enviar propuestas editoriales. Como dices, forma parte del trabajo y alguien tiene que hacerlo.
Comprender desde el inicio que
a) Escribir es un trabajo por más arte que sea y
b) Las editoriales al final del día son negocio
que pude soportar los primeros rechazos editoriales y que las ganancias de mis novelas no sean lo que me gustaría en estos mis primeros años de escritor publicado.
Todo el éxito del mundo en esta empresa.
Mil gracias