Los personajes son el alma de tu novela de Fantasía. Puedes tener un fallo pequeño en el worldbuilding, puedes tener agujeros en la trama, que como tus personajes sean buenos es posible que el lector te los perdone. Aunque seguro que cosecharás reseñas negativas de los puntos anteriores. 

Ahora, como tus personajes sean planos…por mucho worldbuilding que tengas, olvídate de que te lo perdonen. Sobre todo, en Fantasía. Los lectores de Fantasía son supercríticos en cuanto a ese punto. Mucho más que en otros géneros.

¿Cuáles son los errores que no debes cometer con tus personajes? 


Soy un tipo normal: estás escribiendo Fantasía, no una historia clínica. Tu protagonista no puede ser “un hombre de estatura media con cabello castaño y ojos marrones”. Como tu protagonista hay miles de personas todos los días por la calle. No describas aquellos rasgos que son normales. Describe lo que lo distingue e intenta hacerlo sin parecer que recitas la lista de la compra. Por ejemplo, Marianne Curley, autora de la trilogía de Fantasía juvenil “Los guardianes del tiempo” empieza su obra con la descripción de Sera, vista a través de los ojos de su hermano: 
Ella tiene una melena negra y abundante, llena de rizos que se mecen sobre los hombros. Tiene los ojos de un color azul más intenso que los de él, que sabe que es una niña muy guapa. Es la favorita de sus padres, pero a él no le importa. Se llama Sera, y aunque solo tiene 10 años, es el alma que da fuerzas a su vida. 

En este pedazo, aunque creamos que está describiendo a Sera, en realidad la autora los está describiendo a los dos. A la chica y la visión de ella que tiene el hermano, lo cual nos da una idea de él. 
Soy un tipo normal que se mira en el espejo: no hay nada peor que un personaje que se mira cual Narciso en el espejo y te cuenta lo que ve todos los días. Si Sera se mirara al espejo, no diría: “Soy una chica morena, con rizos y los ojos azules”. A Sera, que se ve todos los días, le llamaría la atención lo que es atípico: “Tengo unas ojeras espeluznantes porque anoche volví al país de los lirios negros”. No me digas que la diferencia no es abismal. Lo primero deja al lector ni fú ni fá. Lo segundo, intriga. 
Soy un tipo normal que compra su ropa en Zara: tercer error muy común. Contar cómo está vestido el personaje de la cabeza a los pies. Y no solo contarlo en un personaje, sino en todos. La ropa forma parte del escenario y, como tal, debe integrarse en él. En Leyendas de la Tierra Límite: Las Tierras Blancas intenté no caer en estos errores al describir a mis personajes. El aspecto de Laua se describe así: 
La Sanadora era alta y delgada. Con la piel muy pálida y los ojos de un azul intenso, como dos pedazos de hielo en la cara. Tenía el cabello rubio trenzado con unas espigas de trigo a la espalda. Y la trenza caía sobre la capucha de la capa negra que la identificaba como miembro de su casta. 

Soy un tipo normal, más bueno que un pan: los personajes —si quieres que sean humanos y que el lector empatice con ellos— no pueden ser blancos o negros. Y no me refiero a razas, sino a que no pueden ser buenitos perfectos ni malos malísimos. Los humanos estamos pintados en matices de gris. 
Los buenos personajes también. Me encantan los villanos (como ya te conté cuando hablamos de cómo diseñar al villano de tu novela de Fantasía) y es precisamente por eso. Jugar con el personaje de tal manera que el lector —a pesar de que sepa que es deplorable lo que hace tu villano— no pueda evitar empatizar de alguna manera con él/ella. 

¿Cuales son las cosas que espantarán a tu lector? 

  • El protagonista se sienta en una piedra a reflexionar : ¿En serio? 
  • El protagonista se pone a leer un libro de tus autores favoritos. O a escuchar música de tus músicos favoritos sin que pase nada más. 
  • El protagonista es tan políticamente correcto que asusta. 
  • El protagonista tiene demasiadas desgracias juntas. No solo es cojo, sino que se le ha muerto la madre por un hechizo, su padre es alcohólico y a su perro se lo llevó una bruja. Y aparte ha estado a punto de morir dos veces. 
  • El villano no tiene otro motivo que hacer el mal. ¡Qué malo soy! ¡Y qué poco atrayente! 
  • El villano le cuenta al prota lo que va a hacer para que al héroe le dé tiempo a reflexionar (sin sentarse en una piedra). 
  • El villano tiene un plan que no entiende ni su padre. 
  • El héroe se rinde ante lo más nimio. O el villano. No nos gustan los flojeras. 
  • Y, sobre todo, que tus personajes sean un cliché. Y sí, yo también he pecado. 

¿Y tú? ¡Confiesa! ¿Qué errores has cometido? 

Si quieres leer el primer post de esta serie: Los peores errores de las novelas de Fantasía (I) 

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