Gabriella Campbell

Me gusta Gabriella Campbell, su blog, su novela “El fin de los sueños” escrita a dos manos con Cotrina (que no debéis dejar de leer y que reseñaré próximamente porque he acabado de leerla hace muy poco), sus artículos, todo, todo. Y porque me gusta, me parece que es una persona que merece la pena que conozcáis si no la conocéis (y que disfrutéis si ya es conocida por vosotros, lo que demuestra vuestro indudable buen gusto). Así que se me ocurrió invitarla a hacer un Domingo con invitados de los míos, con reseña y receta. Y es tan maja que me dijo que sí. Esto es lo que me ha contado: 

Regimiento monstruoso, de Terry Pratchett

“Regimiento monstruoso y cómo hacer esfumino”, 
por Gabriella Campbell
“Aún ahora, me
resulta imposible hablar de un libro de Pratchett sin que se me forme un nudo
en la garganta.
Creo que tenía trece, tal vez
catorce años. Fue en Euromarket, un hipermercado de los que hay a veces por la
Costa del Sol, lleno de productos ingleses, orientado más a turistas que locales.
Ahora se lo comió Carrefour y su sección de libros es bastante menos interesante.
Es tan poco interesante, de hecho, que ni siquiera tiene mi libro. Ni el de
Ana.
Euromarket traía una mezcla
curiosa de literatura ligera, infantil, clásicos (ahí compré mi Aquellas mujercitas en tapa dura, y todo
lo que leí de Verne). Y también traía algún éxito británico, alguna de esas
maravillas que asomaban de vez en cuando, estrambóticas en su diferencia. Y
estrambótica era la absurda cubierta que hizo Josh Kirby para El color de la magia (o más bien The Colour of Magic, es posible que por
aquel entonces todavía no hubiera ni traducción a nuestro idioma), esa cubierta
tan tan diferente a todo lo que yo había visto hasta entonces.
Kirby hizo una venta fácil.
Tras el acostumbrado control paterno rápido (que tan poco ojo tuvo cuando, solo
un año o dos después, me zampé las Crónicas
vampíricas
de Anne Rice con un delirio perverso que ahora me avergüenza un
poco), el libro fue mío.
Solo hizo falta un libro para
convertirme en fanática consumada.
Muchos años después, muchos
libros de Pratchett después, leí el que es mi libro favorito del Mundodisco. Es
difícil elegir. Tengo un mueble en casa dedicado solo a sus libros. Muchos
tienen las portadas ya descoloridas, zampadas por el sol.
No es mi libro favorito de
Pratchett (ese honor se lo lleva Buenos
presagios
), pero sí mi favorito del mundo plano sobre cuatro elefantes posados
sobre una tortuga sin sexar. Leí Regimiento
monstruoso
.
Regimiento
monstruoso
tiene todo lo
mejor de sir Terry. Tiene personajes complejos, adorables, y muestra la lucha
del progreso, de ese ímpetu civilizador a lo Norbert Elias, contra los demonios
del conservadurismo sin sentido, contra los mandamases corruptos y los matones
de patio de colegio. Tiene ese sentido del humor satírico pero a la vez amable
que caracteriza a este escritor genial. Regimiento
es un canto a la familia, a la amistad y a la libertad. Pero también es
algo más.
Pratchett nunca se cortó a la
hora de tratar problemas sociales unidos a la cerrazón de miras, a la
represión, a la violencia o a la ignorancia, todo bajo el disfraz de fábula, de
fantasía en un mundo destartalado. Y en Regimiento
ataca un tema particularmente espinoso: la desigualdad de género. Al más puro
estilo Mulan, narra la entrada de una
chica en la milicia, disfrazada de chico, porque las niñas no pueden ir a la
guerra. Y lo que sigue es una patada en la entrepierna a todos los tópicos,
clichés y chorradas que se han podido escribir desde esta perspectiva.
Una de las cosas que siempre
me encantó de Pratchett fue su intento de darle voz no solo a la razón, sino a
los desamparados (¿quién no recuerda a los geniales goblins, que aparecen en
sus libros más tardíos?), a los incomprendidos, a los protagonistas de debates
complejos (y bien complejo que es el debate del feminismo). Pratchett ataca el
sexismo garrote en mano, pero nadie sale herido. Lo que emerge, más bien, es
una mejor comprensión de la naturaleza humana, de la bondad de la igualdad de
derechos y del respeto hacia los demás. De la empatía.
Como en todos sus libros.
Cómo
hacer esfumino


El esfumino (scumble) del Mundodisco está basado en
el scrumpy, una variedad de sidra que
surgió en el oeste de Inglaterra. Parece que es más fuerte que la típica sidra
inglesa (Pratchett dijo que se hacía en granjas donde el metal que abundaba era
el plomo… y hay unas cuantas leyendas sobre todo lo que se le echaba para
“darle fuerza”). También se ha relacionado con el applejack estadounidense. En los libros de Pratchett hay
referencias a que los enanos lo mezclaban con cerveza para producir un cóctel
llamado fluff, seguramente en
homenaje al tradicional snakebite
inglés, que mezcla sidra con cerveza (y si le echas mora se llama diesel, si le echas vodka es un turbo diesel y si le echas absenta ya no
recuerdo cómo se llama, pero basta de hablar de mis borracheras de adolescente
en pubs de la costa malagueña).

He encontrado
unas cuantas recetas por internet para hacer algo parecido al scumble. Con permiso de mi amable
anfitriona, he intentado adaptar una de ellas para hacer algo más “nuestro”. La
idea surge de este enlace,
inspirado más bien en el applejack
americano.
Ingredientes:


1 botella (750
ml) de alcohol, de algo con mucho alcohol (¡la receta original dice 95%!).
2 litros de sidra
(ya sea gaseosa y clara, o turbia y muy asturiana o vasca).
2 litros de zumo
de manzana.
1 taza de Rives
manzana verde (sin alcohol)
1 taza de vodka
1 taza de azúcar
moreno.
2 clavos (¡no los
de metal!).
14 ramitas de
canela
1 haba tonka (ni
idea de si eso puede conseguirse aquí; tal vez podría sustituirse por un poco
de vainilla).
1 pizca de nuez
moscada.
Trozos de manzana
seca (opcional)
Tarros y botellas
para su conservación.
Estopilla, un
trapo muy fino o filtros de café.
Instrucciones:


En un cazo
grande, calienta la sidra, el zumo, el azúcar, el Rives, el clavo, seis de las
ramitas de canela y una pizquita de nuez moscada. Machaca el haba tonka (o la
vainilla) y échalo también. Remueve hasta que se
disuelva el azúcar.
En cuanto
arranque a hervir, quítalo del calor, cubre el cazo y déjalo reposar toda la
noche, para que enfríe bien.
Echa el alcohol
bruto y el vodka a la mezcla, remueve.
Retira las
especias. Vierte tu esfumino casero en tarros esterilizados. En cada tarro
puedes echar una ramita de canela y, si quieres, un trozo de manzana seca.
Deja los tarros
en un lugar oscuro y fresco durante al menos dos semanas, un mes si puede ser.
Cuanto más tiempo lo dejes, más dulce y menos potente será.
Quita las ramitas
de canela y vierte tu esfumino en botellas, utilizando la estopilla para
filtrar el sedimento. Los trozos de manzana seca se habrán hidratado y ahora
serán deliciosos bocados alcohólicos.
Lo ideal es
guardar las botellas en la nevera, y conservarlas ahí una vez abiertas.
Puede consumirse
frío, a temperatura ambiente o incluso caliente.
Yo no sé
vosotros; ¡yo marcho ahora mismo a probarlo!
Y si os da pereza,
bueno, siempre podréis comprarla ya hecha.”

Sir Terry, saludándonos
 ¡Qué aproveche!


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