Hoy escribo para hablar de la tontería que existe en el mundo literario y para cerrar la temporada. Empiezo ahora con el horario de verano (en el que solo trabajo por las mañanas y el resto del día es para mis hijos) hasta septiembre, y por eso cierro los blogs y el podcast. Y lo hago con un post personal. De esos que cuentan salseo e historias de amor y que sé que al SEO se la trufan pero a mí me encantan. Y a ti también. Te voy a contar por qué odio a Boris Vian, cómo terminó el literato francés cargándose mi historia de amor y también hablaré un poquito de snobs literarios y del esnobismo del mundo editorial responsable de esta situación.
Miles de personas se llenan la boca hablando de Joyce o de Shakespeare sin haber abierto en su vida ninguno de sus libros. Joyce, señores, es un verdadero coñazo. Shakespeare me encanta. Pero esa es mi opinión personal. No soy yo quien determina qué es un clásico. «Gracias a Dios», dirán los snobs alzando la ceja. «Cómo se atreve esta escritora de fantasía juvenil y comedia romántica —qué géneros, señor— juzgar a Joyce». Y es que el mundo literario está repleto de tontos que se creen muy inteligentes. De gente que habla de libros sin haberlos leído o que juzga a los demás por lo que leen, para aparentar y ser aceptados en un entorno social. Como el protagonista de «La cata» de Roald Dahl.
Yo tuve un novio que era así. Un snob literario. Decía que no leía nada que no tuviera menos de cincuenta años porque el tiempo se encargaba de poner a cada cual en su sitio en la literatura. Con lo que, desgraciadamente para él, se perdía muchas cosas. Nunca habrá leído a Elia Barceló, por ejemplo. Qué pérdida.
La primera pelea que tuvimos fue porque alguien —no recuerdo quién— nos enseñó un texto escrito por Luis Landero llamado Breve antología de la historia universal que estaba formado por referencias muy breves a veinticuatro obras de la literatura clásica (Te lo adjunto aquí debajo en rojo). Yo acerté veintidós, porque llevada por mi curiosidad natural había leído mucho más que él, que no llegó a las diez. No le sentó bien y se le notó.
Canta, oh diosa, no sólo la cólera de Aquiles sino cómo al principio creó Dios los cielos y la tierra y cómo luego, durante más de mil noches, alguien contó la historia abreviada del hombre, y así supimos que a mitad del andar de la vida, uno despertó una mañana convertido en un enorme insecto, otro probó una magdalena y recuperó de golpe el paraíso de la infancia, otro dudó ante la calavera, otro se proclamó melibeo, otro lloró las prendas mal halladas, otro quedó ciego tras las nupcias, otro soñó despierto y otro nació y murió en un lugar de cuyo nombre no me acuerdo. Y canta, oh diosa, con tu canto general, a la ballena blanca, a la noche oscura, al arpa en el rincón, a los cráneos privilegiados, al olmo seco, a la dulce Rita de los Andes, a las ilusiones perdidas, y al verde viento y a las sirenas y a mí mismo.
Por curiosidad, ¿cuántas reconoces tú?
La segunda pelea la tuvimos cuando le dije que, ya que no leía nada que no tuviera más de cincuenta años, que por qué no se leía a Jane Austen. «Austen es romántica», me contestó, arrugando la nariz como si algo apestara en el ambiente. Austen es romántica, sí, porque cumple los criterios del género, pero ¿eso significa que no es digna de ser leída? Bajo el aparente conservadurismo de sus protagonistas, Austen dibujó mujeres independientes, inconformistas y adelantadas a su tiempo y su fina ironía convierte sus libros en una delicia para el lector. Sobra decir que una de las frases que nunca reconocería mi exnovio era aquella de «Es una verdad universalmente reconocida que…»
La tercera fue por culpa de Boris Vian. Cuando llegó mi cumpleaños, en un afán de convertirme en una mujer que pudiera estar a «su altura», me regaló, entre otros libros, La espuma de los días, de Boris Vian, que era uno de sus autores preferidos y al que yo no había leído nunca. Por cierto, que al escribir este post me he enterado que incluso había película. Este es el tráiler.
Queriendo complacerle —no olvidemos que era mi novio—, empecé el libro al día siguiente. Me lo leí completo y qué puedo decir. Habrá a quien Boris Vian le parezca el sumum máximo. Queneau describió esa novela en concreto como «una historia de amor desgarradora», y supongo que mi novio, pensando en que me encantaba Austen, dedujo que una historia de amor escrita por Boris Vian me fliparía. Pero el libro me pareció desagradable, que supongo que era lo que Vian pretendía al regodearse en la degradación de la vida humana usando y abusando de la lingüística. Y eso fue lo que le dije. Fue nuestra última pelea porque me cansé de tanta tontería.
Esa misma tontería la veo ahora en el mundo editorial. Hablar de «esa novelita» porque el género no entra dentro de los cánones del esnobismo, por ejemplo. ¿Te has dado cuenta de que Ende no está etiquetado como fantasía juvenil sino como ficción contemporánea? La historia interminable, uno de los mejores libros que se han escrito, con una profundidad que ya le gustaría tener a muchos y que yo no supe encontrar en Boris Vian, fue en su época «una novelita». Porque era fantasía juvenil.
A veces, para encontrar la realidad, es bueno un poco de fantasía.
Eso sí, mi ex-novio consiguió una cosa: cada vez que leo algo de Boris Vian, me acuerdo de él. Y doy gracias porque se quedara en el camino.
Eso que cuentas pasa mucho con Pratchett. Se lo recomiendas a lectores asiduos, pero te miran con cara rara, porque un tipo que escribe sobre un mundo plano sobre cuatro elefantes a lomos de una tortuga… Y es una pena. Ellos se lo pierden por no poder mirar más allá, puesto que la profundidad de las metáforas de Pratchett sobre la naturaleza humana no tiene que envidiarle a algunos tratados de filosofía.
Todavía recuerdo cuando publiqué con editorial mi primer libro, en un debate en un canal municipal de Córdoba, que no lo veía ni el Tato, durante un debate con el presentador, que era un escritor que tenía ese programa y una columna en un periódico local, y que antes de entrar se había puesto a soltar pestes de Lucía Etxebarria y a quejarse de que ella tuviera más éxito que él.
Bueno, pues durante el debate el tipo se puso a quejarse de que a día de hoy había mucha gente que no se había leído El quijote o el Ulises de Joyce, pero que leían otros libros “menores”.
Parece que a todos los pedantes les da por decir lo mismo.
Y es que eso no deja de ser otra forma de intolerancia. Para gustos colores, lo importante es que la gente lea y disfrute.
Ese mismo error lo ha cometido nuestro sistema educativo muchas veces, obligando a que los niños le tomaran asco a la lectura imponiendo que se leyeran determinados clásicos.
Menos mal que no todos los profesores eran así. Siempre lo cuento, pero hoy no estaría escribiendo humor si no fuera porque una profesora de instituto me “olbligó” a leer “El misterio de la cripta embrujada”, y flipé al ver que un libro podía ser tan divertido y tan gamberro.
Sin embarto todavía a día de hoy se siguen considerando las obras humorísticas de Mendoza como obras “menores”, cuando libros como “Sin noticias de Gurb” son joyas de la literatura.
Un abrazo Ana.
A veces también depende del profesor que te dé literatura. Yo tenía una profesora que hizo que me leyera “La regenta” con 13 años y la disfrutara. Tenía una manera de crear expectación y de fangirlear luego con los clásicos que enamoraba. Pero sí, la lectura es un disfrute, no debe ser impuesta y, desde luego, la mejor forma de cogerle manía es leer cosas por obligación o porque es lo que «hay» que leer.
¡Cómo me he reído con el post! No conozco a Boris Vian, pero tengo problemas con Stefan Zweig por una historia similar. Cierta persona me regaló “Carta de una desconocida” y entre sus líneas adiviné muy mala leche por parte de quien me la había regalado.
Creo que me estoy perdiendo a un autor básico, pero no he leído nada de Zweig desde entonces. No me importa, hay tantos autores básicos que se puede sacrificar a alguno.
(Léase ahora mi la mala leche en “sacrificar a alguno”).
😉
Pues mira, justo esa novela de Zweig a mí me encantó. Pero es eso, todos no podemos tener el mismo gusto y una novela que para mí es una maravilla, puede que no sea en absoluto disfrutable para ti. Yo ya estoy por esa labor, si no me engancha en las primeras veinte páginas, lo sacrifico.
¡Muy bueno! También me he reído mucho. Y es que al SEO hay que mandarlo a paseo.
Ya sabes que comparto contigo esa rabia de que las novelas de género sean miradas como algo menor (“¿Qué lees? Ah, fantasía… elfos y eso, ¿no?)
Lo de Ende y “ficción contemporánea” no lo entiendo. O bueno, sí lo entiendo, por desgracia. Supongo que cuando una novela es tan buena y va ganando tanto peso con el paso de los años (unos pocos más y se la puede leer tu ex) al final se “claudica” en reconocerla, pero puede el orgullo y se prefiere cambiar el género de la novela a “ficción contemporánea”, ¡que nadie diga que leemos fantasía!
Yo me estoy imaginando a tu ex dentro de varios años leyendo Leyendas de la Tierra Límite”, por ejemplo 🙂
Un saludo!
No creo, date cuenta de que tendrían que pasar cincuenta años para que la leyera. Y era mayor que yo. No caerá esa breva XD
Pues sí, Ana. Puro postureo el que se marcan algunos (o muchos). Y no solo en literatura, solo hay que pasarse un rato por muchas redes sociales…
Yo no tengo problema es decir que no sabía quién era Boris Vian hasta que no he leído tu artículo. Es lo que hay, no nací sabiéndolo todo y voy conociendo las distintas obras y autores según me van llegando. He leído clásicos que me han encantado y otros que no. He leído novela negra que me ha gustado, fantasía que me ha flipado, ciencia-ficción sublime y ensayo estupendo. No creo que sea bueno prejuzgar géneros, ni siquiera libros. Desde mi humilde experiencia y opinión, solo puedo decir si un libro me ha gustado o no, una vez que lo he leído. Y el género nunca es determinante. Lo que creo que no es bueno es dedicarte a leer un solo género, por mucho que te guste. Hay que variar para apreciar las distintas historias y disfrutar de todas ellas.
Eso me recuerda a la gente que dice (en referencia a su lugar de residencia) “Como aquí en ningún sitio”. ¿Cómo lo saben? ¿Han estado en todos los lugares del mundo para poder afirmar eso? En fin…
Que pases un buen verano, Ana.
Un abrazo.
Una de las cosas que te hace crecer como escritor es leer de todo. Porque hay cosas que puedes aplicar a tu género de otros géneros y hacer un maridaje muy bueno usando elementos diferentes. Un abrazo muy fuerte.
¡Oooosti, que no he leído a Boris! Y se me acaban de quitar las ganas XD
Ay, no sé, los gustos literarios son muy personales y lo que a unos nos parece un coñazo a otros les encanta. Da igual que sean clásicos o no, ningún libro se escapa del criterio del lector que lo tiene entre las manos. Míranos a ti a y a mí, que nos mola Jojo Moyes y Shakespeare; seguro que a alguien le parece tan rarito como que no nos guste Joyce. Oye, una cosa, leyendo este post he entendido un poco mejor cuando me dices que no ponga citas en latín porque me hacen pedante ¡Tú sufriste un novio pedante y te queda trauma! Jajajajajaja. Un besote grande.
Lo bueno es que me quedé con «el Trauma» jajajajjaja
Pues yo tampoco he leído a Boris Vian y lo digo sin pudor, pese a haber sido profesora de literatura (¡ooops!). Y quizá podría gustarme, como tú has dicho, Ana, ya que por suerte una misma obra puede suscitar amores y odios por igual. Eso (alabado sea quien quiera que rija nuestros destinos) nos concede a todos la oportunidad de que nuestros escritos puedan ser del gusto de muchos, aunque a otros tantos les parezcan un peñazo. Lo impredecible del gusto personal equilibra la balanza de las maleables tendencias colectivas.
Lo que importa es leer tanto que tengamos nuestros favoritos, esos que siempre querremos releer como refugio en el que cobijarnos por un tiempo y nuestros desdeñados, aquellos que por mucho que nos recomienden no querremos ni tocar. Aunque haga cien años que fueron escritos y se les considere obras maestras o lleven un mes entre los más vendidos.
Se trata, creo yo, de leer y disfrutar, al margen de lo que otros digan o hagan con sus gustos y pese a quien le pese (novio o ex-novio;)).
Un abrazo fuerte, Ana, y gracias por tus escritos. Buen verano.
Curiosamente, varios de mis libros favoritos cumplen el criterio de mi ex-novio de los cincuenta años, pero hay otros que no. Creo que ponernos cortapisas en la lectura es un error. Como tú has dicho, se trata de disfrutar. Buen verano 😀
¿No te gusta Joyce? Eso es porque no has leído las cartas eróticas que le escribía a su mujer. Desde luego, te hacen mirar su obra desde una perspectiva muy distinta. xD
El postureo literario es atroz, pero el reconocimiento tan pancho de que escribes pero no lees ni una coma, cosa que ocurre con una frecuencia alucinante en este mundillo, es para echarse a llorar.
Hay que leer de todo y sin filtro. Desde Shakespeare hasta Dan Brown. Y a Joyce…jijijiji…mejor las cartas eróticas que el Ulises.
Un beso, Ana. Me ha gustado mucho tu post.
Habrá que darle una nueva oportunidad a Joyce. He estado hace poco en Irlanda y me tienta leer «Dublineses», pero es que el «Ulises» me mató. Mil gracias por tu comentario XD
Me ha encantado tu artículo Ana! Yo he tenido un conocido –del cual llegué a pensar que era un amigo– que me recuerda mucho a tu ex. Todo lo que no fuera un clásico no era bueno, por no hablar de la etiqueta de “Best-seller es basura”, jaja. Además, yo era el colega que tenía la osadía de querer ser escritor, sin haber estudiado filología o alguna carrera. Es más, llegó a decirme en una ocasión –en una charla de grupo, y he de reconocer que con unas cuantas cervezas ya en el organismo– si quería conformarme con escribir un best seller, como si eso no fuera más que caca. En fin.
Yo al señor Vian lo conocí gracias a dos de mis primas mayores y mi hermana, cuando ellas ya habían entrado en la edad del pavo y yo me encontraba a las puertas. Mi tío tenía una biblioteca impresionante, llena de libros que había devorado sin piedad. Y mis primas se habían fijado en uno en particular, “escupiré sobre vuestra tumba”. Tras escuchar una conversación de salseo literario, de esas en las que no te dejan interferir por ser el peque, sentí mucha curiosidad hacia ese libro por ser tan bestia. Cosas de la infancia, supongo. Siempre había tenido gustos que no se correspondían con mi edad. Así que le pedí la novela a mi tío y obvio, se negó en rotundo. Conseguí que me lo dejara unos cuantos años después, cuando el hombre consideró que no atentaba contra mi infancia. Y sinceramente, después de leerlo entendí que no me lo hubiera dejado hasta la fecha. Si soy sincero, el libro me gustó por ser bestia, pero ya. Según el criterio que tenía en esa época fue “original”, nada mas. No he vuelto a leer nada de este autor y de momento, no me ha vuelto a llamar ; )
Ah, sí, eso lo llevaba muy mal. El que siendo de Ciencias me gustara escribir.
A mí te aseguro que por mucho que me digáis no voy a tocar de nuevo al señor Vian ni por el forro, con la de autores que me encantan y que me quedan por leer…
Hola Ana:
¿Cómo aguantaste tanto con ese novio? Yo tengo problemas con alumnos así, sobre todo al principio de curso. El primer día les digo que los géneros no dan calidad, que en todos hay grandes obras y grandes truños, que la calidad hay que buscarla obra a obra, y que tú tienes que tener un criterio propio, no dejar que otros te digan qué es lo bueno y qué es lo malo.
También les digo que se olviden de todo lo que aprendieron (si es que aprendieron algo) en las clases de Literatura, que solo sirven para confundirte si quieres ser escritor.
Los primeros meses tengo que tener mucha paciencia, hasta que se dan cuenta de que lo que yo les explico sirve para escribir cuentos y novelas. Entonces suelen ser más receptivos a lo que digo. ¿Los peores? Los que solo leen clásicos y ficción literaria (no les bajes del Nobel); ¿los mejores? Los que leen literatura de género.
Nos vemos la semana que viene.
Un abrazo.
Bueno, mucho no aguanté, no creas. Jajajjajaja, es verdad que la gente que solo lee clásicos es muy así. Y que también los escritores y en general el mundillo editorial es tremendamente esnob. Luego, encuentras a gente con un bagaje inmenso y que son de lo más humilde.
¡Ha! Los esnobs. No nos confundamos; no les interesa la calidad de la lectura, ni de la literatura en general. En el fondo, el sueño húmedo de todo esnob literario (y de todo esnob a secas) es pertenecer a un club selecto y superior, y, una vez dentro, ir subiendo los requerimientos para entrar, de modo que nadie más pueda formar parte de él. Es una mentalidad sectaria y retrógrada que oculta una inseguridad como la copa de un pino.
Mucha culpa de esto la tienen los profesores de escuela, que obligan a los niños a leerse “clásicos”, sin darse cuenta de que, muchas veces, los clásicos son libros que se disfrutan mejor cuando el niño (o adolescente) ya ha leído muchos otros libros más acordes a sus gustos y su edad. Con la variedad que hay, y siempre están dando la murga con los mismos. En fin, que esto de la literatura es como la comida: lo importante es conseguir que el niño coma, que todo el mundo tenga y que, a ser posible, no sea venenoso. Prefiero mil veces que alguien lea “50 Sombras” o “Crepúsculo” a que no lea nada.
(Y yo me tragué Crepúsculo gustosa entre los 15-17 años y no me arrepiento de nada)
En cuanto a Boris Vian, yo que tú mejor le hacía un altarcito con velas y flores en tu casa. Ese hombre no se merece tu odio, sino tu amor y agradecimiento: ¡te libró de un pestiño insufrible de novio! Imagínate pasar tu vida junto a semejante esnobazo. Brrr. Gracias, Boris.
Muy divertido tu artículo, como siempre 😀
Es verdad eso: por eso se enfadaba cuando yo acertaba más citas en el texto. Por inseguridad. Yo, por lo menos, no entendía por qué. Yo también prefiero que lean, aunque me parezca de baja calidad. El paladar se educa poco a poco y una no empieza degustando platos de estrella Michelín, sino hamburguesas. Pues esto es lo mismo. Y lo buena que está una hamburguesa de vez en cuando.
Jajajjajajaja, creo que sí, que le haré el altar a Boris Vian (lo cierto es que era un pestiño, pero estaba muy bueno ;D)
Yo reconocí 7, no son muchos pero es algo. Yo soy nueva en este mundillo, pero sí que me he topado con lectores snob. Mi profesora de literatura en la universidad cambió la forma en que veía todo, nos dio de trabajo de investigación analizar una película o un graffiti como si fuese un libro, así aprendí que la literatura era más de lo que yo pensaba. No sabía que a Terry Prattchet lo tenían como menos… a mí me encanta, tiene una escritura muy inteligente.