Hace unos días disfruté de este artículo de César Mallorquí sobre la ingenuidad del lector que, al leer, no descubre los mecanismos últimos que hacen funcionar una historia, el tipo de trama —las puntadas— que el escritor ha aplicado a su idea. Y que por eso la disfruta. Qué suerte tiene.
Cuando empiezas a escribir, crees que tu historia es algo totalmente original y te niegas a encuadrarla en una categoría concreta. A nadie antes que a ti se le ha ocurrido hacer una novela de fantasía juvenil en la que haya una guerra entre el bien y el mal (¿Verdad que no?).A medida que vas escribiendo y formándote, vas percibiendo esas costuras en las historias que lees. Y, como dice el gran César, eso te saca a veces de la lectura.
Pero en fin… Lo siento. No hay nada nuevo bajo el sol. Cuando la gente dice que algo es original, lo que quiere decir realmente es que «ellos no habían leído nada igual», pero te aseguro que enseguida te dirán a qué se parece. Todas las nuevas ideas son un destilado de todo lo que has leído, visto y experimentado en tu vida. Tus ideas, por lo tanto, no son del todo originales porque siempre se parecerán a otras de otra persona que haya tenido experiencias similares.
Podemos resumir las historias que existen en ocho tipos de trama distintos.
Piensa en cualquier historia, cualquiera. E intenta buscar otra trama diferente a estas y verás que no es posible. Incluso la historia de una medusa gigante que sale por la noche de la playa y atrapa a dos niños. Sí, incluso esa.
Primera trama: el monstruo.
Cuando tienes un monstruo en un sitio cerrado, pueden pasar dos cosas. O bien el monstruo es agresivo y quiere matarte, que es lo que pasa en Parque Jurásico o en Drácula. O bien te haces amigo del monstruo, pero por lo que sea tienes que separarte de él. Es lo que ocurre en ET, en Crepúsculo o en la reciente La forma del agua.
En el primer caso, el monstruo aparece como consecuencia de algo que no debiste hacer. Nadie te manda a clonar dinosaurios ni a meterte en un castillo en Transilvania a cerrar ninguna venta con vampiros. En el segundo caso, irremediablemente, el final es lacrimógeno. A no ser que tu protagonista se convierta en un monstruo también.
Segunda trama: el viaje del héroe.
Es la típica trama de carretera y manta. Un protagonista viaja en busca de algo y en ese trayecto se descubre a sí mismo y cambia. Es el tipo de trama más típico de la literatura fantástica y fue recogido por el mitógrafo Joseph Campbell en su libro El héroe de las mil caras y tuneado por el guionista de Disney Christopher Vogler. Si quieres saber paso a paso, cuáles son los doce pasos del héroe te los cuento en Cómo escribir fantasía.
Por ahora, para no cansarte, te diré que cumplen este modelo de trama El señor de los Anillos, Harry Potter, Star Wars, Regreso al futuro, La historia interminable… La trama se compone de un número de episodios que parecen no tener conexión aparente entre ellos, pero que la tienen en cuanto afectan al protagonista moldeando su carácter. El Harry Potter que sale por primera vez de Privet Drive no es el mismo que se enfrenta a Voldemort siete años después. El crecimiento personal del protagonista es el objetivo de la trama. En la fantasía juvenil podemos además conseguir que el prota crezca también en edad, con lo que es más creíble.
Tercera trama: un poco de magia.
En este tipo de tramas, muy características de los cuentos clásicos, se desarrolla la respuesta a «¿qué pasaría si consiguiera esto?». Es una historia de deseos cumplidos que te puede salir bien (como ocurre en La Cenicienta) o mal (como pasa en Peter Pan y Wendy). En ambos casos, el protagonista tiene que aprender que la magia no es una solución a sus problemas, sino que está ahí para complicar las cosas.
Una película típica con este tipo de trama es Big de Tom Hanks. El protagonista desea ser mayor frente a la máquina de Zoltar y su deseo se le concede. Solo para darse cuenta de que era mejor quedarse como estaba.
De la misma manera, forman parte de este tipo de trama las historias de superhéores. Ya sabes, «un gran poder conlleva una gran responsabilidad», así que cuando metemos a un tipo extraordinario en un mundo normal tenemos que hacerle que sufra. Si el protagonista se lo pasa pipa con sus superpoderes, el lector se aburre. Por eso, Spiderman no consigue a la chica y se enfrenta a su mejor amigo. Por eso, ser Bruce Wayne no es fácil a pesar de la pasta que tiene.
Cuarta trama: un tipo con un problema
Una de las formas más sencillas de escribir comedia es meter a un tipo corriente y moliente en un contexto atípico. Por ejemplo, Ángel Sanchidrián, que es un maestro de la carcajada, usa esto en su Tres enanos y pico, cuando mete al pobre Wifo Medroso en el mundo de los enanos a hacer su tesis. Al meter al extraño en el grupo, caen sus prejuicios y modifica su forma de entenderlo.
También es uno de los recursos más usados a la hora de escribir acción (por ejemplo, La jungla de cristal). El protagonista corriente no tiene superpoderes, ni ningún tipo de habilidad especial pero tiene un propósito motivador que le llevará a superar todos los obstáculos. Obstáculos que no podemos dejar de ponerle, porque ya se sabe que cuanto más putas lo pase el protagonista, mejor lo pasará el lector.
Forman parte de este tipo de trama las historias de desastres naturales. Nosotros no contamos la historia del alud, del incendio o de la inundación sino la de los protagonistas, gente corriente que se ve envuelta en una situación extraordinaria.
Para el lector son enganchantes la supervivencia, el hambre, el sexo y el amor por los seres queridos. Si nuestro protagonista tiene que hacer carambolas para rescatar a su mujer o a su madre, el lector lo entenderá y las hará con él.
Quinta trama: la vida es dura
En este tipo de libro se recoge lo durísima que es la vida, el problema —sea este el que sea (alcoholismo, drogadicción, problema de salud mental, situación familiar conflictiva)— acecha al protagonista pero este aprende a sobrellevarlo y sonríe o bien tira la toalla. Son historias de superación personal que podemos transformar en comedia (Bajo el sol de la Toscana) o en drama (El club de los poetas muertos).
Sexta trama: la historia de amor.
No necesariamente tiene que ser una historia romántica. Puede ser amor entre padre e hijo, entre amigos o la relación que nosotros queramos. Puede ser una historia con final feliz o no.
En este tipo de historia, uno de los protagonistas es quien lleva el peso de la transformación mientras que el otro va a servir de catalizador de ese cambio. Así que tenemos que pensar en quién es el protagonista real de la historia. Toma como ejemplo Buscando a Nemo. El protagonista de la historia no es Nemo, a pesar de que sea él quien aparece en el título. La transformación es mucho mayor en Marlin, su padre. Podemos sentir su angustia y es eso lo que nos engancha a la historia.
¿Podría ser Buscando a Nemo una trama de viaje del héroe? Sí. ¿Podría ser una trama de un tipo con un problema? También. Los tipos de tramas, como ves, no son compartimentos completamente separados entre sí.
Séptimo tipo de trama: ¿por qué lo hizo?
¿Damos un paseo por el oscuro corazón de los hombres? Este tipo de trama es la típica de la novela policíaca. Empezamos por el final (un asesinato, un robo, un secuestro) y vamos desvelando la trama hasta ver el porqué. Pero también pasa eso en novelas como Crónica de una muerte anunciada. García Márquez podía hacer lo que quisiera cuando escribía y esta novela es muestra de esto: contándonos el final desde el principio, aun así nos engancha.
Octavo tipo: el tonto del pueblo
No quiero decir con esto que el protagonista sea tonto. Simplemente es un inadaptado. Alguien a quien la sociedad no considera un estándar de triunfador.
Al poner al protagonista en un conflicto, sale victorioso y el lector no puede evitar empatizar con alguien que pese a sus trabas lucha para derrotar los prejuicios.
Novelas de este tipo son: El curioso incidente del perro a medianoche, La lección de August,o la divertidísima El proyecto esposa.
De cualquier manera, nuestra historia debe tener puntadas finas, tan finas que el lector no vea las costuras. Esas que, como escritor, no puedes evitar ver.
¿Te atreves a probar?
Piensa una historia y busca en qué categoría de trama encuadra. Y dímelo en los comentarios.