La historia interminable, de Michael Ende es uno de mis libros preferidos. No solo porque fue el que me motivó a escribir fantasía juvenil, sino porque (como ya te he dicho otras veces) es un libro perfecto. Puedes continuarlo por múltiples sitios. No en vano una de sus frases es aquella de «Pero esto es otra historia y será contada en otra ocasión». También es uno de los libros con más enjundia que conozco. No es únicamente la Nada —esa falta de imaginación y creatividad que devora el mundo— lo que encontramos si empezamos a desentrañar los dobles sentidos del libro. Encontramos muchas otras cosas, como por ejemplo el hecho de que la Emperatriz Infantil viva en una torre de marfil.
La Emperatriz infantil vive en su torre de marfil
Dicen que Ende diseñó su mundo de tal manera que la Emperatriz Infantil es una metáfora del germen del escritor. Ese estadio en el que las ideas y las lecturas se asientan para formar Fantasía, pero que todos debemos llegar a ser el Viejo de la Montaña Errante, el personaje contrapuesto a la Emperatriz, que resume todo aquello que un escritor debe madurar para llegar a ser sabio. La Emperatriz Infantil sale de la Torre de Marfil en dirección a ninguna parte cuando su mundo empieza a destruirse, hasta que reconoce un sitio rodeado de terreno extremadamente quebradizo (hecho con cáscara de huevo) por el que empieza a caminar ella sola, sube una escala hecha con comas, ángulos y letras que le desgarra la ropa y que le avisa para que se vuelva atrás. Finalmente, llega a una caverna en la que hay un viejo escribiendo un libro. El mismo libro que estamos leyendo.
Todo escritor debe llegar a Viejo de la Montaña Errante
Cuando empezamos a escribir, somos como la Emperatriz Infantil, llenos de ilusión y de ideas, triunfantes sobre nuestro mundo fantástico. Pero vivimos en una Torre de Marfil, a la que no se accede fácilmente. Cuando empezamos a movernos en el mundo editorial, por esa Fantasía que tan magistralmente diseñó Ende, nos encontramos no solo con la peligrosa Nada, contra la que debemos luchar a capa y espada con las palabras como armas, sino también Pantanos de la tristeza (a los que pueden llevarte las críticas o las constantes negativas), multitudes venenosas como la de Ygramul el múltiple (uno de los mejores personajes del mundo mundial) o gentuza, espectros y demás seres dañinos.
La tentación de encerrarnos en la Torre de Marfil dejando al mundo fuera es demasiado grande. Es por eso por lo que la gran mayoría de los escritores que empiezan a moverse en las pantanosas aguas del marketing online me dicen que “Ellos solo quieren escribir”. Es mucho más sencillo y, desde luego más agradable, vivir en la Torre de Marfil ajenos a la Nada que va devorando todo. Ya se peleará con ella el editor. Por eso todos queremos publicar con editoriales y ver la vida desde la ventana de la torre, en vez de luchar a brazo partido contra los monstruos de Fantasía.
Por eso todos queremos publicar con editoriales
Siempre se ha dicho que el escritor vivía en una torre de marfil. Pero internet, como la Nada, la ha arrasado obligándonos a enfrentar la realidad que nos rodea, forzando al autor a adaptarse a nuevos tiempos. Como dice la Emperatriz Infantil a Bastian: «Los comienzos son siempre oscuros». Ningún escritor recién salido de la Torre de Marfil es buen escritor. Necesita curtirse, recorrer Fantasía y no ceder a las tentaciones de los éxitos puntuales, sino insistir en formarse y esforzarse en aprender de aquellos que saben más que él.
A veces ocurre —como me ha pasado a mí este 2017— que pasa un año en blanco para el público. No porque tú hayas dejado de escribir, que no es así. Sino porque lo que has escrito, aún no tiene calidad suficiente como para enseñarse. Apresurarse, no ser crítico contigo mismo, no dejar que los demás te aconsejen, no aprender de las críticas te lleva directamente al fracaso como escritor. Bastian no escucha a Atreyu, que ha recorrido Fantasía antes que él, y que sabe que se está equivocando.
Quien quiere ser coronado emperador, suele volver a la Torre de Marfil tras un par de éxitos. Se refugia en ella y solo habla de sí mismo desde ese púlpito prominente. El problema es que nadie le escucha. Si cierras la puerta a los demás, la gente suele olvidarse de que existes. Si te encierras en tu Torre de Marfil y tus redes solo hablan de ti, el terreno alrededor de la torre empieza a ser devorado por la Nada.
«Fantasía entera se asienta sobre los cimientos de los sueños olvidados».
El recorrido hacia el Viejo de la Montaña Errante que escribe la historia es frágil y quebradizo como la cáscara de un huevo. Y encontraremos por el camino miles de advertencias que nos indican que estamos locos por seguir adelante, que no hay vuelta atrás una vez lleguemos al final del camino. Tal vez el que sigue caminando es porque ha recibido en sus venas el veneno de querer escribir. Ese veneno mortal que puede devorarte sin garantizarte que alguna vez llegues a la meta que te has marcado.
El problema es que yo enloquecí ya hace tiempo.
Es que las torres de marfil son tan tentadoras… Personalmente siento atracción irrefrenable por los faros, que no son torres de marfil pero en el fondo vienen a ser edificios similares. Será el subconsciente – o alguna red neural – que me dice a gritos que suba a aislarme de todo.
Por suerte los faros tienen puerta, y las torres igual, que lo mismo valen para entrar en ellos que para salir. Y aunque salir cueste y vaya uno a paso lento al final conseguimos alejarnos y avanzar. Tal vez porque, parafraseando aquello que no recuerdo quién dijo ni dónde (si es que alguien lo dijo) nos llevamos un poco de la torre dentro de nosotros mientras seguimos avanzando.
Yo soy de los que vi la película y no leí el libro. Y la vi mucho después de echarla en el cine. Así que anoto otro libro a la pila de lectura de este año.
Un abrazo!
Pues permíteme que te diga que este es uno de esos libros en los que la peli destroza al libro. De hecho, Ende la odiaba. Transformaron un libro con una simbología riquísima en una peli de Hollywood típica y a Fújur (que era un dragón blanco de la suerte, con escamas perladas) en un perro de peluche. Cualquier parecido entre el libro y la peli es coincidencia. Sí, creo que debes leerte el libro, sin lugar a dudas.
A por él voy esta tarde, o como mucho mañana! Así de paso llevo al peque (que no veas la velocidad a la que se lee sus libros) No sabía que Ende odiaba la película. Leí Momo y me fascinó por completo (otro que añadiré a la cesta… el mes que viene) Y ya con lo de convertir a un dragón en un perro de la suerte he llegado al límite: los dragones NO-SE-TOCAN.
Me gustaría encontrar aquella edición que había con las letras en diferente color y que debías voltear el libro para leer según que parte de la historia.
Un abrazo!
¡Qué gran artículo, Ana! Creo que la mayoría comenzamos con la idea de vivir en una torre de marfil, que ser escritor va a ser simplemente sentarse a escribir y ya. Luego te das cuenta de que si quieres seguir en esto, tienes que hacer muchísimas más cosas. Y resulta que es entretenido.
Para mí la clave para no tirar la toalla fue reconocer que mantener una carrera literaria es una forma de vida, que hay que tomarse como una aventura, y así cada revés y problema te lo tomas como un reto que hay que superar para seguir avanzando. Y es alucinante, porque no solo creces como escritor, sino como persona.
Por cierto, ahora mismo rescato de las baldas “La historia interminable”, que me la leí hace mucho.
Abrazos.
A mí me pareció alucinante releerlo con ojos adultos. Es un libro que nunca termina XD
Bueno, el que tira la toalla al ring no es el boxeador, sino el entrenador cuando su pupilo ya está en malas condiciones, y es prudente detener la pelea antes de que le lesionen gravemente. La única manera de triunfar es dejar el empleo que te da de comer, seguir el ejemplo de García Marquez -para esribir cien años de soledad- y dedicarse solo a ello. Es una apuesta al destino.
Pues es verdad que dejar tu trabajo te da un empujón, pero creo que es una cosa que no es para tomarse a la ligera. Yo no dejaría mi trabajo antes de tener un pequeño catálogo de libros y sin tener visibilidad online (creo que son los dos factores fundamentales para poder vivir de esto).
Gran Artículo:
Nunca creo haber estado en la torre de cristal, pero es tan común que seguramente algún día, si llego a publicar, le eche llave por dentro
Jajajajjaja, es posible 😀
Jajajjajaja, es probable ;D