Mi marido y yo, en plena lucha contra el michelín, salimos a caminar una hora juntos un par de veces por semana. Esa hora, aparte de permitirnos mantener a raya los kilos, nos sirve también para ponernos al día de un montón de cosas que no tenemos tiempo de hablar con calma durante el caos de la semana. El otro día, mi hija adolescente decidió acompañarnos. No sé si tenéis experiencia con hijas adolescentes, pero si no la tenéis ya os digo yo que no os va a dejar meter una palabra ni de canto en la hora entera. Hablando de sus cómics favoritos, me espetó: «Me gusta Deadpool porque rompe la cuarta pared». Yo me quedé mirándola perpleja y le pregunté:«¿Qué es la cuarta pared?». Se llevó las manos al pecho y puso los ojos en blanco. Sí, adolescencia divino tesoro. «¿No sabes lo que es la cuarta pared y te llamas escritora?». Y me lo explicó.
Por si alguno de vosotros tampoco sabía lo que es la cuarta pared en literatura, he decidido traerlo al blog, para evitar que vuestras hijas adolescentes os dejen en ridículo por saber más de técnicas narrativas que vosotros.
¿Qué es romper la cuarta pared en literatura?
El término empezó a usarse en relación al teatro. Si te fijas en el escenario de una obra teatral, hay tres paredes: el telón de fondo y los laterales. Entre los actores y el público existe una cuarta pared imaginaria que separa la escena del patio de butacas. Ahí tenéis nuestra famosa cuarta pared. Esta pared imaginaria es el límite entre lo que es ficción —representada en el escenario— y lo que es la cruda realidad.
¿Cuándo se rompe la cuarta pared?
La cuarta pared se rompe cuando los personajes asumen que son ficción y hablan con el público. Lo pueden hacer de dos formas: o bien, dándose cuenta de que es un personaje o bien, hablando directamente con el lector. En cualquiera de las dos, quiebras esa barrera invisible que separa ficción de realidad. Es un recurso que no es fácil de usar para un escritor novel porque rompe la suspensión de la realidad en la que se sumerge el lector cuando lee y, si no lo usas de forma adecuada, puede sentirse engañado y dejar el libro.
La trama que transcurre en el escenario ante los ojos del público es infranqueable. No tendría sentido y sacaría mucho del contexto al espectador si uno de ellos sube a una escena de Shakespeare e irrumpe en el escenario o viceversa. Así que, cuando se usa, es porque la transgresión, más allá de algo espontáneo o rebelde, intenta capturar la atención del espectador por alguna razón concreta.
Formas de romper la cuarta pared de forma adecuada
Con fines educativos
Es muy corriente en los libros infantiles en los que los personajes hablan con el lector para guiarle a través del libro. Los dibujos animados —como la repelente Dora la exploradora— suelen utilizar muy frecuentemente este recurso con el que el niño empatiza mucho más con el personaje, dado que suelen confundir realidad con ficción.
Para hacer reír
La comedia también lo usa a menudo. Yo misma lo he utilizado —sin saber cómo se llamaba— en una de las comedias románticas que tengo pendiente de publicar, porque encajaba dentro del concepto de la historia. Pero hay que tener cuidado de dosificarlo en la justa medida para evitar que tanta ruptura consiga el efecto contrario y que el lector deje de engancharse a la historia.
La cuarta pared es, en comedia, una buena manera de crear empatía entre el personaje y el lector. Cuando un personaje se dirige a la audiencia se produce una conexión instantánea, que funciona mucho más en los medios audiovisuales que en la literatura (por aquello de «vale más una imagen que mil palabras»). Imagina que ves que Colin Firth se para y se dirige a ti, a mí me puede dar el patatús.
Para inquietar
La mirada final de Psicosis de Hitchcock es un ejemplo magnífico de este uso de la cuarta pared. Puedes verla en el vídeo adjunto en el que el guionista José Francisco Ortuño explica qué es la cuarta pared en el cine.
<p style=”text-align: center;”><iframe width=”560″ height=”315″ src=”https://www.youtube.com/embed/JbC5LD1jIuc” frameborder=”0″ allow=”autoplay; encrypted-media” allowfullscreen></iframe></p>
Para incluir al lector en la historia
Uno de los ejemplos literarios más brillantes de ruptura de la cuarta pared es La historia interminable de Michael Ende, en el que nuestra propia historia pasa a formar parte del libro. Otra de las sorpresas del que es sin duda una joya de la literatura fantástica juvenil.
Noche de viernes, de Jordi Serra i Fabra explora varios tipos de narrador a lo largo de la obra, intercalando el narrador omnisciente con el narrador en tercera desde el punto de vista de cada personaje. Pero hay fragmentos en los que la ruptura de la cuarta pared es clara, cuando el personaje se dirige a un lector con preguntas retóricas. Como al principio. «Sí, José Luis García. Genial, ¿no?».
Aunque más adelante, Jordi Serra i Fabra se saca un recurso de la manga, cuando ya ha conseguido que el lector empatice con los personajes, que es digno de un maestro. Para que luego digan que en la literatura juvenil no hay buenos escritores. Página 163, no os digo más para no hacer spoilers. Pero este es un libro para leer con ojos de escritor.
Un género que usa constantemente este recurso es el de los libros de «Elige tu propia aventura», de los cuales este —de José Antonio Cotrina— ha sido de los últimos en caer en mis manos. Este tipo de libros, que tuvieron su auge en los ochenta, interactúan constantemente con el lector rompiendo la cuarta pared para que sea el mismo lector el que decida cómo termina la historia.
En Rayuela, pero para eso hay que ser Cortázar, el lector es un personaje tan importante como el resto.
Un artículo muy ameno ^___^ y muy interesante también. Se ha utilizado este recurso en el cine bastantes veces, sobre todo en películas que tienen un cierto humor absurdo, ya que saca literalmente al espectador de la historia, más que hacerle partícipe. En las que el protagonista tiene tanto peso y personalidad que no le preocupa utilizarlo, como las de Woody Allen, por ejemplo. Se utiliza en más ocasiones en los dibujos animados, que buscan la complicidad del niño, apoyándose también, creo, en que con estas edades se está menos limitado por el peso de la realidad. Por ejemplo, el genio de la lámpara en Aladdin. Pero la verdad es que no recuerdo haber leído libros en los que se usara. Es un recurso realmente peligroso, se puede cargar el vínculo con el lector. Me quedo con tus recomendaciones. ^___^
En la novela ‘El dueño de las sombras’, de Care Santos, el diablo protagonista es el narrador, y a veces se dirige al lector. Para ser novela juvenil, que no es lo que suelo leer, me gustó mucho. Publicó una segunda novela con los mismos protagonistas que no he leído. Supongo que empleó la misma técnica narrativa. Un saludo.
Me encantó esa trilogía (son tres libros). Es espeluznante, ¿verdad?
Yo usé este recurso en “Historias que no contaría a mi madre” para crear complicidad entre el lector y el protagonista, aunque es un riesgo porque hay lectores que no gustan de él.
Supongo que su uso dependerá del tono de la obra.
¡Saludos!
Suele ser comedia, precisamente por eso.
Tengo 4 hijos varones, hoy hombres, que siempre recuerdan con cariño cómo creaban su propia aventura. Leían y releian para obtener historias distintas. Un excelente recurso para fomentar la lectura.
Hola
Un ejemplo de ruptura de la cuarta pared en literatura es utilizar un narrador no confiable como hace Agatha Chistie en “El asesinato de Roger Ackroyd”. Aquí suele ser un narrador en primera persona que juega con el lector. Si quieres ejemplos en el cine mira estas recopilaciones: https://vimeo.com/108023606
https://vimeo.com/219213559
Saludos
Sí, esa novela es verdaderamente genial. De las mejores de la autora.
Hola Ana, un gusto saludarte.
Conocía ese recurso pero no sabía que se llamaba así.
En “La ladrona de libros” de Markus Zusak, la muerte es la narradora y muchas veces se dirige al lector para adelantarle algún hecho de la historia que luego detalla en profundidad.
He intentado usar ese recurso en un par de relatos, pero se me hizo difícil hacer que quede bien.
Saludos desde Argentina.
Qué original. No he leído el libro todavía (es uno de esos eternos de mi lista de pendientes).
A mí ahora mismo se me ocurre “La caverna de las ideas” de José Carlos Somoza. No os lo cuento para no hacer spoiler pero a mí me pareció una forma muy original de narrativa (hace ya muchos años que la leí)
En cuanto a romper la cuarta pared en teatro, uno de los mejores ejemplos es “Seis personajes en busca de autor” de Luigi Pirandello. Y hay una versión moderna de Miguel del Arco titulada “La función por hacer”, que es imprescindible si tenéis oportunidad de verla. Me atrevería a decir que es la mejor obra de teatro que he visto en mi vida, y me gusta mucho el teatro.
Buscaré la de Miguel del Arco. La de Pirandello sí que la conocía de mis tiempos de teatro y es muy buena.
No he tenido oportunidad de leer ninguna novela que use este recurso. Lo he visto, en cambio, muy claramente en la serie House of Cards, en la que el protagonista se vuelve en casi cada escena hacia el espectador para explicarle los tejemanejes políticos. Resultó ser una maravilla!
Saludos, Ana!
Yo acabo de leer un ejemplo de romper la cuarta pared y la hace Stephen King en su novela “La tienda de los deseos malignos”. La verdad es que creo no haberlo visto antes en la literatura y creo que es un método original de atrapar la atención del lector. En este caso se utiliza justo al principio de la novela, como una introducción y me pareció muy interesante, sobre todo si ya has leído sus demás obras ya. Felicidades por tu blog y un saludo.
Muchas gracias por el aporte 😀
ponle fecha para citar .
Santiago, no se la pongo adrede. Mis artículos son en su mayoría evergreen y se comparten varias veces a lo largo del año. Puedes citarlo sin problemas de fecha.
También en cuentos como “El clis de sol” de Manuel González Zeledón
No lo conocía. Lo busco.
Yo no lo uso con mis personajes, sino en la misma narración, tipo, escribo lo que me pasa por la mente al redactar el párrafo, y si me parece interesante entonces lo incluyo al borrador
tipo:
Siempre le había parecido curioso cómo la gente del pueblo solía romantizar el estilo de vida de la realeza. Se quejaban de pequeñeces, como que les faltaba la comida, el agua, que trabajaban todo el día sin poder ver los frutos de sus esfuerzos gracias a la eterna desigualdad y clasismo fruto del sistema feudal que cada vez se volvía mas obsoleto en el imperio, pero no se detenían a ver lo que realmente pasaba en las…
Mierda, es que son tantas paredes que no puedo detenerme a contarlas una por una…
¡Bah! Da igual, dejémoslo en 4
Pero no se detenían a ver lo que realmente pasaba en las 4 paredes que conformaban el castillo.
Alguien podría decirme si está bien o si debería dejar de hacerlo?
Pd: Lamento si soné algo tosca, es mi forma de hablar
Supongo que depende un poco del contexto. Eso te lo dirán los lectores cero; si les choca a varios, yo lo quitaría.
Un ejemplo esquicito es “Circularidad de los parques”, de Borges, en donde, en forma inevitable, quién rompe la cuarta pared es el mismo lector.
Perdón, se trocaron mis autores favoritos, “circularidad de los parques” es de Julio Cortázar. Disculpen.
En el capítulo 17 de “El hombre hueco” (The hollow man), de John Dickson Carr, aparece este diálogo:
-Si va a analizar situaciones imposibles -interrumpió Pettis- ¿por qué discutir ficción detectivesca?
-Porque estamos en una novela de detectives -contestó el doctor francamente- y no deseamos que el lector se equivoque.