Durante todo el mes de Julio, una vez al día he colgado en mi perfil de Twitter una frase que he denominado “problemas del escritor de fantasía”, aunque en algunos casos son problemas aplicables al escritor sin más, independientemente del género. Hoy los recojo todos en este post. MI idea es seguir recopilando problemas de este tipo e ir actualizando este post con ellos, a ver si llegamos a los 365 problemas del escritor de fantasía. Pero para eso necesito tu ayuda. ¿Me dejas debajo tus problemas como escritor de fantasía?
Mientras tanto, te dejo con los ya publicados. Seguro que te identificas con más de uno.
Problema 1:
Intentar escribir un cuento corto y darte cuenta de que te sobra worldbuilding para una saga entera.
Uno de las cosas que distingue al escritor de fantasía o de ciencia-ficción del resto de los géneros es la elaboración de un intrincado worldbuilding (hablamos de cómo hacer tu worldbuilding aquí) pero también uno de los errores más frecuentes es que ese worldbuilding nos devore. O, como en este caso, que te pegues un curro de muy padre y señor mío para escribir un cuento de menos de cinco líneas y te des cuenta de que te sobra worldbuilding para hacer mil más.
Problema 2:
Buscarle un nombre a tu protagonista es más difícil que buscar un nombre para tu hijo.
Sobre todo, porque para lo segundo sueles tener ayuda. En el caso de tu personaje, puede que te pases horas pensando: “¿Y tú de qué tienes cara, niño?” para luego darte cuenta de que el nombre que le has puesto ya existe en otra novela. O es impronunciable. Malditas Seheyilth.
Problema 3:
Cuando acabas de escenificar una lucha en medio de la habitación y tu familia te mira como si estuvieras majara.
Por lo menos, son escenas de lucha o de batalla. No me quiero ni imaginar las caras que pondrán las familias de los escritores de erótica.
Problema 4:
La novela que quieres empezar te llama cual cantos de sirena, pero tienes que CORREGIR.
Sí, hay bichos raros a los que le gusta la fase de corrección, pero lo divertido es la parte en la que dejas vagar la imaginación y te vas de aventuras con tus personajes. Así que no es extraño que queramos embarcarnos en una nueva aventura en vez de repasar las fotos de la anterior. Pero la fase de corrección es indispensable para ofrecer un producto de calidad al lector. Si quieres saber cómo corregir una novela, puedes oírlo en este episodio del podcast.
Problema 5:
En las firmas, todo el mundo te dice que tiene una novela de fantasía en un cajón.
Juro que lo he oído mil veces. Bueno, también hay otras cosas que no debes decirle al escritor jamás. Pero mejor que escribírtelas te las cuento en este vídeo.
Problema 6:
Cuando todo el mundo te reprocha que te hayas cargado al personaje que más mola.
Por eso las redes se llenan con hashtag del estilo a #MalditoCotrina. De todas formas, creo que esto es un problema del escritor de fantasía juvenil, puramente. A George R. R. Martin nadie le dice nada y el tío se pone las botas.
Problema 7:
Te hacen una crítica negativa y eres incapaz de escribir ese día una sola palabra.
El síndrome del impostor te agarra por el cuello y empiezas a pensar en qué mierdecita que eres, que lo que escribes es todo una caca pinchada en un palo y que para qué te molestas en levantarte pronto todos los días a escribir después de aquello… buaaaaaaa.
En fin, que por si no te habías dado cuenta, lo malo es mucho más fácil de creer que lo bueno.
Problema 8:
Cuando una adolescente te dice que es demasiado mayor para leer fantasía y tú ya peinas canas.
En mi caso, que encima leo fantasía juvenil, el problema es aún mayor. ¿Crees que existe una edad para leer fantasía? ¿Existe una edad para leer literatura juvenil? (o mejor dicho, ¿para dejar de leerla?).
Problema 9:
Ser adicto a la cafeína. Y a Neil Gaiman. Son igualmente adictivos.
Y desde que descubrí que Neil Gaiman tenía blog aún más. Estoy perdida. Socorrooooooo.
Problema 10:
La solución al conflicto se te ocurre cuando estás en la ducha y no puedes apuntar nada.
Gracias a compartir este problema, encontré esta solución (clica sobre la imagen para ir a la página de venta)
Problema 11:
Ese horrible momento en el que te das cuenta de que tu escaleta tiene un fallo y tienes que cambiar una raza entera de tu novela.
Sí, de verdad, me pasó en “Las Tierras Oscuras” y casi me pego un tiro. Cuando iba por el final de la segunda parte y solo me quedaba el desenlace, de repente este no cuadraba. ¿Por qué? Porque me había hecho un lío (y no había hecho fichas de personajes) y me confundí con uno de ellos alterando gran parte de una de las subtramas, así que tuve que corregir todo desde el principio y eso me hizo perder dos meses de trabajo.
Problema 12:
Cuando intentas encontrar un hueco en tu estantería riéndote de aquello de “El saber no ocupa lugar”
Pues lugar, lo que se dice lugar, ocupa un huevo de estanterías. Y es que, a pesar de que —al menos en mi caso— he aumentado mucho la lectura en ebook, el papel nunca muere y siempre hay un libro al que no puedes resistirte cuando te mira con ojitos de desconsuelo desde la mesa de novedades de la librería.
Problema 13:
Tener más libretas con historias empezadas que amigos a los que le guste la fantasía.
Aunque, gracias a las redes sociales, hoy es posible hablar de los libros que te gustan con gente que lee lo mismo que tú, hace tiempo (no tanto, que no soy tan vieja) no era así. Y tus amigos de toda la vida te miran como un bicho raro cuando empiezas a hablar de lo que tienes en la cabeza. Mejor confiárselo al papel.
Problema 14:
No poder leer un libro de fantasía sin pensar: “Qué bien lo hace el cabrón (o la cabrona)”.
Cuando escribes, una de las delicias de ser lector se pierde. Y es que hay muchos libros que seguro que antes de que los editores te pusieran la cabeza como un bombo con las coletillas o con los adverbios en -mente, te habrían gustado y que ahora te rechinan como si sonaran desafinados. Lo mismo pasa al contrario. Cuando encuentro una frase buena, soy como Charlie Bucket con su tableta de chocolate Wonka, la paladeo. Y, como al final soy pecadora como la que más, me corroe la envidia —sana, eso sí— de no ser capaz de escribir una frase así.
Problema 15:
Tenerle más miedo a los clichés que a Hacienda.
Este problema tiene una doble vertiente. Por un lado, los clichés están ahí para morderte y aferrarse a tu solapa diciéndote: “no me dejes, llévame contigo” y, claro, una tiene su corazoncito y le cuesta resistir. Y, por otro lado, Hacienda con los escritores lo tiene un poco crudo si quiere sacar tajo (y si no, lee este post de Excentrya)
Problema 16:
Hay días en los que tu ánimo es una montaña rusa entre dos comentarios de lectores.
Los escritores tenemos un ego muy frágil. Hoy estamos arriba y mañana, abajo. Nuestra carrera es una montaña rusa de emociones. Y esto se incrementa aún más si eres emprendedor. Este viernes, hablaré sobre el tema de cómo gestionar las críticas en el podcast (que puedes escuchar tanto en itunes como en ivoox).
Problema 17:
La pereza es como tu madre: siempre llama cuando más trabajo pendiente tienes.
Aunque, a veces, procrastinar no es tan malo si hacemos caso a este genial artículo de Valentina Truneanu
Problema 18:
Hay veces en las que te gustaría apagar la luz y la imaginación y no estar a las 3 de la madrugada pensando en soluciones para tu conflicto con los ojos como platos.
¿Te ha pasado? ¿O soy yo la única pringada?
Problema 19:
Siempre, pero siempre, sonaba mejor en tu cabeza.
Y es que a escribir, se aprende escribiendo. Y vas mejorando a medida que escribes. Si no te lo crees, no deberías perderte este libro de Isaac Belmar. Te dejará el ánimo por los suelos, pero eso es bueno porque a partir de ahí es todo ascenso.
Problema 20:
Cuando lees algo que has escrito hace dos años, te da vergüenza.
Viene muy relacionado con lo anterior y, en realidad, el problema es que no te pase eso. Porque si no te da vergüenza quiere decir que no has mejorado nada como escritor. Y un escritor, ante todo, tiene que escribir y mejorar cada día.
Problema 21:
Tu ordenador ha decidido borrar tus dos últimas semanas de trabajo y es como si se te hubiera muerto un hijo.
Piénsalo. ¿Es estremecedor, verdad? Por eso yo siempre tengo tres copias de la novela que estoy escribiendo: una en mi ordenador, otra en un disco duro externo y la tercera, en la nube. Mujer prevenida vale por tres.
Problema 22:
El libro que tienes en la cabeza no quiere escribirse solo, el maldito.
Aunque, ¿quieres realmente que eso pase? ¿No es lo más divertido la fase de escritura?
Problema 23:
Gatos. Los adoro. Pero ellos adoran mi teclado hdfhhihfiehiggkgsdjkfgjkd
De hecho, creo que adorar a los gatos es una debilidad fantástica de los escritores de fantasía.
Problema 24:
Cada horrible error que lees en los libros sobre cómo escribir fantasía lo has cometido tú.
Solución: no leer libros de escritores. Pero me gustan tanto y siempre encuentro buenas ideas cuando los leo que creo que en mi caso esto no es posible. Así que tendré que seguir mordiéndome las uñas.
Problema 25:
Todo el mundo se siente identificado con tus personajes (y te pregunta si te inspiraste en ellos para escribirlos), excepto la persona en la que realmente te inspiraste.
Aunque a veces es mejor así. No me gustaría que la persona que sirvió de inspiración para Baeshaa se reconociera, la verdad. Pero eso nos lleva al siguiente problema de escritor de fantasía.
Problema 26:
Todo lo que suceda en tu presencia puede ser utilizado en una novela.
Recuerda: todo lo que digas en presencia de un escritor puede ser tenido en cuenta en una novela, pero lo cierto es que la mayoría de las veces es solo un punto de partida desde el que desbarrar y no se parece en absoluto al original. Sobre todo, si el escritor es de fantasía.
Problema 27:
Cuando lo que escribes, en vez de Mozart, parece La Macarena.
Con todos mis perdones a Los del Río, pero es que no hay color.
Problema 28:
No haber terminado aún tu novela y tener la cabeza llena de ideas para la siguiente.
Y es que somos unos ansiosos y escribir es una droga. Nos pide la dosis de creatividad como si fuera el siguiente chute. Y hay que reconocer que la última fase de corrección es un verdadero peñazo. No me extraña que se nos vaya la cabeza (aún más).
Problema 29:
Cuando una persona te pregunta de qué va la novela de la que todavía no te has sentado a hacer la sinopsis.
Porque si hay algo odioso —aún más que corregir— es sentarte a resumir todo el libro en cuatro frases, que además enganchen al lector. Por eso es algo que todos dejamos para el final.
Si quieres saber cómo escribir una buena sinopsis no debes perderte estos dos artículos:
- El secreto para escribir buenas sinopsis y biografías irresistibles (de Gabriella Literaria)
- Cómo escribir una buena sinopsis (de El rincón de Cabal)
Problema 30:
Buscar en Google cosas como “¿Se muere alguien por una herida en el brazo?” y darte cuenta de que tu vecino de transporte público lo ha leído.
Imagínate si tienes que preguntar —como yo para la novela que estoy escribiendo ahora— cómo se consigue una explosión nuclear.
¡Mis favoritos son el 14 y el 30! Supongo no soy la única a la que Google le ha sugerido que llame al teléfono de la Esperanza… 😂
Yo tengo miedo a que me detengan en Estados Unidos (que voy en Septiembre) por buscar cómo se provoca una explosión nuclear
Durante un tiempo después de buscar un plano de un silo nuclear, tuve unos picos de visitas de robots desde Irán, USA y, por supuesto, Israel. Ahora ya se han olvidado, pero estuve como quince días sin escribir ni un artículo.
Yo siempre digo: Para cada problema, una solución.
Problema 1 – No, nunca me planteo si será una novela corta o una trilogia hasta que lo he acabado
Problema 2-Síi, odio tener que inventar nombres
Problema 3- Sí, mucho peor es que estés en la terraza de un bar esperando a un amigo.
Problema 4 . Me ace gracia que todo el mundo habla de escribir, pero nadie habla de corregir, ni de documentarse.
Problema 5- Sí, y hasta les da miedo explicartela, no vaya a ser que les robes la idea
Problema 6 – A mí alrevés, soy demasiado blando pero en la próxima pienso matar a alguien ¡Lo juro!
Problema 7 -Sí ;'(
Problema 10 – Suelo estar en la cama intentando dormir y eso que me prohibí en café
Problema 16 – Escucharé los consejos
Problema 18 – Y no sabes si intentar dormir o volver a encender el ordenador
Problema 22 – O lo tienes todo, menos ese detalle que liga todas las tramas
Problema 28 – Siempre
Problema 30 – Seguro que tengo a la CIA vigilándome por las cosas que pongo en el google
Mi historial de búsquedas… ahora que lo dices, podría ser el inico de una novela :P:P Desde moda europea de los años 30 hasta datos de la base Mac Murdo.
Un saludo
Pues más problemas para añadir…
Cuando Netflix saca una serie o un personaje razonablemente parecidos al texto en el que llevas dos años trabajando y a partir de entonces tus nuevos lectores no dejan de decir que tu trabajo es un fanfic de esa serie.
Cuando por poner cara a tus personajes eliges la foto de una artista que solo conocían en su país muy muy lejano y unos años después se vuelve mundialmente famosa y es cantoso hasta la risa que esa maldita cantante es… Ejem. Eso me lo han contado.
Creo que uno de los problemas que te encuentras como escritor de género fantástico es la pregunta que siempre cae: «¿Y si escribieras de cosas normales?». En ese sentido, seguimos siendo literatura de segunda.
Me encanta elegir los nombres de los personajes, se me hace fácil. Hace tiempo escribí MUNDO BLANCO, ahí viven unos seres llamados itzies y lo que me costó trabajo fue no referirme a ellos como mujer/hombre.
@Paolaliteraria
yo soy adicto al worldbuilding, me encanta diseñar mundos de fantasía XD
Pos la verdad, yo no me hago mala sangre con ninguno de esos problemas, ni siquiera los que sí me afectan 😀 Me basta con que la historia salga de la mejor manera posible y que guste a mis lectores.
Por Dios. Me da hasta un poco de miedo verme reflejada en casi todos estos problemas jajaja. Por un lado es terrible saber que no soy la única a la que le pasan estas cosas (¡por favor, que además no tengamos manías conjuntas!) y por otro, es un alivio saber que no estamos solos jajaja.
¡Me encanta el post! Y por supuesto, me lo guardo para compartir 😉
Mil gracias 😀
Me han pasado todos esos problemas. Pero falta el más importante: “Horror vacui” o “Síndrome de la Hoja en Blanco”. Es cuando tienes la idea, y estás frente al papel, pero no tienes ni la más remota idea de cómo empezar a escribir sobre el papel. Derivado de ése, viene otro: Sabes bien qué va antes y qué va después de tal o cual cosa (tienes un planteamiento y tienes un desenlace), pero no sabes cómo escribir esa cosa que va en medio de esas dos (el nudo), ni qué palabras usar para expresar esa odiosa cosa que sólo en tu cabeza tiene forma. xD
Llego tarde, pero igual quiero comentar porque me encanta la lista. Algunas de esas todavía no me ocurrieron porque no tengo publicados libros en solitario (ya falta poco). Del resto, hago check en todos y agrego más
– Mareos con el trato personal del mundo ficticio. Es un problema propio de escritores de Paraguay, Uruguay y Argentina: decidir entre usar vos, tú, usted, vuestra gracia, lo que sea. Y luego entra pánico de que una raza tan cuidadosamente elaborada termine hablando lunfardo.
– Descubrir HEMA y pasar horas viendo videos para escenificar combates (siento que acabo de transmitir un virus jaja).
Me encantó el post, me sentí identificada con casi todo. No sé si es un problema en general pero ahora mismo estoy tratando de comenzar un conflicto, o desarrollar el conflicto o que el conflicto tenga sentido, jajaja algo así
Mi problema más grande es el 25, encima, cree un personaje basándome en una persona que me caía bien y es un personaje importante, y ahora es una persona que me cae fatal…Así que sí, esto de ser escritor tiene lo suyo, no es fácil. Y más con 17 años, que estás creciendo y desarrollándote mentalmente, y es que si ni siquiera opino lo mismo ayer a esta misma hora voy a opinar lo mismo que hace 2 años…
Jajjajajja, eso es verdad. Pero paciencia ;D
La verdad es que a mi me han ocurrido todos… jajaja